“¿Hasta qué punto puede estar desesperada una familia para partir con tantos hijos?”
La historia de la emigración es una constante en España. Mientras ahora cientos de jóvenes, cualificados, dejan el país en busca de oportunidades, en 1907 muchos andaluces se vieron obligados a emigrar. La meta era la misma. No se trataba de vivir una aventura, sino de sobrevivir. Por aquel entonces, cientos de andaluces acudían a la oficina de Carlos Crovetto en calle Ríos de Rosa, de Málaga. A él remitía el anuncio donde se convocaba a los ciudadanos para trabajar en la caña de azúcar, pero a miles de kilómetros: en Hawái. España arrastraba la crisis de 1898, con la pérdida de Cuba. Aquella miseria, junto al latifundismo y las hambrunas en el campo español a comienzos del siglo XX, impulsaron a muchas familias a acogerse a esta oferta laboral en Hawái, con los gastos pagados del viaje. “Allí ofrecían a los varones entre 20 y 22 duros americanos. También una paga a sus mujeres e hijos, si eran mayores de quince años. También tendrían vivienda, agua y escuela gratuita. A los tres años de trabajo, si el resultado era bueno, se le cedía la casa y una fanega de tierra”, explica James Fernández, profesor de Literatura y Cultura españolas en Universidad de Nueva York. Él, junto con el periodista Luis Argeo, rastrean todos los pormenores de esta historia..
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