
La Casa de Cultura de San Lorenzo del Escorial ha acogido estos días en uno de sus espacios expositivos una instalación única, concebida y creada por dos alumnos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Tania Olmedo Marco, historiadora del arte, y Carlos López Villamayor, artista multidisciplinar, han colaborado como co-comisarios con la doctora Sara Torres Vega, de la Facultad de Bellas Artes de la UCM, y con James D. Fernández, del Departamento de Español y Portugués de la New York University, en la creación del “Laboratorio de migraciones” un espacio interactivo concebido como complemento autónomo al curso de verano celebrado también estos días en San Lorenzo —Emigrantes invisibles: Una mirada contemporaránea sobre la emigración de españoles a EEUU, 1868-1945.
Máquina de empatías
El curso, a su vez, ha constituido una especie de “case study” de una exposición sobre la emigración de españoles a EEUU a finales del siglo XIX y principios del XX que se inauguró en 2020 en Madrid (Centro de Cultura Contemporánea Conde Duque), y que iniciará su itinerancia por España en noviembre de 2021 en Gijón (Antiguo Instituto).
Tanto la exposición original como el curso de verano tienen tres objetos de estudio principales: 1) el fenómeno en sí de la emigración de españoles a EEUU; 2) los recuerdos y olvidos de los descendientes de los emigrantes; 3) el fenómeno más amplio y general de la empatía –¿qué lugar ocupar la empatía en el conocimiento histórico? ¿cómo y cuándo se produce la empatía en el contexto de una exposición? ¿qué es lo que invita a un espectador a ponerse en la piel de los emigrantes representados en el caso de la muestra? ¿y qué es lo que en otros casos lo impide?
Este último objeto de estudio, si bien está presente de forma implícita en el concepto, diseño y realización de la exposición y del curso de verano, en el Laboratorio de Migraciones se encuentra destilado, quintaesenciado. Jugando con la ubicua cultura del selfie y del photo-call en nuestros días, el laboratorio obliga al visitante a ocupar el lugar de un emigrante –cualquier emigrante–, en este caso, el lugar que ocupa ante una cámara fotográfica. Porque uno de los atisbos más interesantes del proyecto Emigrantes invisibles se asienta en el reconocimiento de que la historia de las emigraciones modernas se entrelaza en buena medida con la historia del desarrollo de la fotografía moderna, y que las vidas migrantes se narran muchas veces más que con palabras, con imágenes de diversa procedencia. Desde las poses casi velazquianas de los estudios fotográficos del comienzo de los dos fenómenos –migraciones masivas y fotografía–, pasando por la fotografía casi policial utilizado para los documentos oficiales, hasta las sonrisas desenfadadas de fotomatones, foto-gags de estudios, y cámaras kodak.
Tres momentos emblemáticos; tres registros fotográficos; tres estampas
Tania Olmedo explica así el diseño de esta máquina de empatías que pretende ser el Laboratorio de Migraciones: “hemos identificado tres momentos que están presentes en las vidas de casi cualquier emigrante, y que en muchas ocasiones se documentan con una fotografía de ciertas características: 1) la víspera de la partida; la emigrante o el emigrante se hace retratar para dejar a sus seres queridos una imagen perdurable; 2) el cruce de fronteras: las autoridades exigen y producen una foto casi criminológica –sonrisas prohibidas– para identificar y clasificar al emigrante; 3) la emigrante, ya en su nuevo país, se hace retratar en un momento de esparcimiento y diversión, para tranquilizar a los que ha dejado atrás.”
Los comisarios han rastreado el ingente archivo fotográfico del proyecto expositivo, para encontrar modelos de los tres momentos/retratos. Y han construido photo-calls que literalmente obligan al visitante a ocupar el lugar del emigrante en los retratos originales.
Frente a cada uno de los tres photo-calls, hay una estampa, una especie de escenificación en tres dimensiones, del momento de la foto. Carlos López Villamayor nos cuenta la idea: “para que el espectador ‘entre en papel’, con unas pocas pinceladas y con objetos encontrados en el Rastro o prestados por los vecinos de San Lorenzo, hemos creado estas tres estampas: la sala de una casa rural, con una maleta puesta sobre la imprescindible mesa camilla; la jaula de tubos y catenarias que acorrala y canaliza a las masas de emigrantes en los cruces de frontera como Ellis Island; el espacio doméstico, ya construido de forma más abstracta y conceptual, de la emigrante que se encuentra en esa tierra extraña y transitoria –esa tierra de nadie– entre dos países, entre dos identidades.

La Doctora Sara Torres, mentora de Olmedo y López durante la gestación del Laboratorio de Migraciones, y coordinadora de los cursos de humanidades del verano escurialense comenta: “entendemos que la capacidad de empatía, de identificarse con extraños, es no sólo una herramienta necesaria para la comprensión histórica y la percepción estética, sino también un rasgo imprescindible de una ciudadanía ilustrada y solidaria. El trabajo de Tania y Carlos en el Laboratorio constituye una gran contribución a la tarea de construir, a través de la investigación histórica y la cultura visual, esa comunidad empática y solidaria que anhelamos todos.”
La exposición “Emigrantes invisibles” ha sido producida por la Fundación Consejo España-Estados Unidos, entidad que también ha patrocinado el Laboratorio de Migraciones.
La Fundación Rey Juan Carlos I de New York University ha co-patrocinado el curso de verano y la exposición.